Ansiedad

¿Qué es la ansiedad?

La ansiedad es una reacción de nuestro cuerpo cuando nos sentimos amenazados. Un miedo repentino nos invade, surgen pensamientos involuntarios desagradables, nuestro cuerpo se siente agitado y nuestra sensación de bienestar parece desaparecer.

Cuando eso ocurre, la ansiedad activa nuestro sistema nervioso central para prepararnos a actuar ayudándonos a responder de manera rápida frente a la amenaza.

Para entender que es la ansiedad, lo primero es reconocer que es algo que está en todos nosotros. No es algo que se da entre los más débiles o es un sinónimo de una salud mental deficiente. Es una reacción transversal entre todos los seres humanos, ya que por naturaleza todos buscamos prevalecer y sobrevivir.

La ansiedad es una reacción normal e incluso saludable en la mayoría de los casos. Por ejemplo, cuando tenemos que afrontar una exposición en público, pueden aparecer algunas reacciones no tan agradables, pero la ansiedad puede ser útil porque nos pone en “alerta”. Esta es la forma que tiene nuestro cerebro de protegernos.

¿Cómo saber si tengo ansiedad?

La mayoría de los casos de ansiedad suelen pasar rápidamente. Sin embargo, es importante distinguir entre tener ansiedad y los síntomas de un problema ansiedad crónica, que podría requerir de ayuda profesional. Sigue leyendo para averiguar sobre algunas formas de reconocer síntomas de ansiedad.

1. Sensación de peligro frecuente

Es común entre personas con ansiedad la sensación constante de peligro o incomodidad, incluso en ambientes que se considerarían comúnmente «seguros» (nuestra habitación en casa, la oficina o una reunión de amigos).

Este síntoma de la ansiedad tiende a presentarse por la necesidad de permanecer en constante «alerta» frente a posibles peligros. Al igual que el estrés, este síntoma de la ansiedad es el resultado de una reacción natural de autoprotección, pero llevada a más por el descontrol de nuestras emociones.

La pérdida frecuente de nuestra sensación de seguridad es un contratiempo emocional que es importante considerar tratar.

2. Preocupación excesiva o pensar demasiado (obsesión)

La preocupación constante es una de las formas más comunes para saber si tengo ansiedad. Las personas con ansiedad tienden a tener dificultades tratando las preocupaciones diarias de forma proporcionada.

Esta forma de tratar las preocupaciones puede manifestarse intensamente durante el día, llegando a veces a ser un obstáculo para llevar a cabo tareas con normalidad. Las preocupaciones cotidianas pueden acrecentarse en personas con ansiedad. Los problemas pequeños pueden volverse un gran disgusto.

Un criterio para buscar ayuda psicológica es si los pensamientos intrusivos son constante y te impiden vivir tu vida con normalidad.

3. Sensación repentina de calor o escalofríos

El pulso acelerado y la respiración agitada son reflejos comunes frente al nerviosismo y la ansiedad. Otros síntomas comunes son los escalofríos, la sensación de debilidad y las palmas sudorosas.

Se debe tener en cuenta que estas son reacciones físicas normales frente a situaciones de presión, pero en casos de ansiedad se podrían manifestar de forma más aguda y repentina. Si sientes este tipo de malestar físico en episodios de nerviosismo o ansiedad, tal vez te interese saber sobre cómo controlar estas reacciones.

4. Comportamientos repetitivos o compulsivos

Revisar constantemente el celular, asegurar varias veces que la cerradura está completamente cerrada o hacernos heridas en los dedos -ignorando el molesto dolor que generará después- son compulsiones derivadas de la ansiedad. Decimos que tenemos comportamientos compulsivos cuando realizamos una acción de forma repetitiva y persistente con la finalidad de aliviar la ansiedad.

Aunque algunas compulsiones resultan inofensivas, lo cierto es que en su mayoría representan hábitos contraproducentes que podrían hacernos daño a largo plazo (véase la ansiedad por comer).

5. Dificultad para dormir

Quedarnos despiertos hasta tarde dando vueltas en las sábanas y en nuestra mente; pensar y repensar el mismo problema cuya preocupación se rehúsa a desaparecer. Para alguien con ansiedad, el insomnio es una consecuencia común.

El insomnio suele ser un buen indicador para saber si tengo ansiedad. Y aunque no ha quedado claro aún cuál de los dos factores contribuye al otro primero, su relación es clara. Es sabido, sin embargo, que el tratamiento de la ansiedad ayuda a combatir el insomnio y viceversa.

6. Dificultad para concentrarse

Es algo que nos ha pasado a todos: en una situación de estrés, se nos dificultará mantener la atención por períodos largos. Naturalmente, una persona con ansiedad tenderá a sentirse bajo presión más a menudo o se verá sumido en preocupaciones con mayor facilidad, afectando a su desempeño.

La dificultad para concentrarse puede tener múltiples causas fuera de la ansiedad, por ello, es importante prestar atención al marco general en que este síntoma se presenta. Es decir, si podría estar relacionado o no a algún otro síntoma de ansiedad o situación particular en nuestro día.

¿Por qué es importante saber si tengo ansiedad?

Sentirnos ansiosos constantemente puede representar un obstáculo en más de un aspecto de nuestras vidas. La preocupación constante sobre el futuro, el desgasto emocional por los problemas de una relación, las inseguridades al expresarnos. La ansiedad rara vez discrimina. Por ello, la podemos entender como una señal de que necesitamos recuperar el control sobre nuestras emociones.

Es importante aprender a reconocer cuándo la ansiedad está afectando nuestra calidad de vida para poder empezar a tomar los pasos necesarios para mejorar. Si crees que sufres de ansiedad frecuente, recuerda que no hay nada de malo en buscar la ayuda profesional necesaria.

Cada vez más pacientes me piden consejos sobre cómo calmar la ansiedad. Ya sea si la ansiedad es algo recurrente o aparece solo de vez en cuando, es importante que tengamos herramientas a la mano para calmar la ansiedad cada vez que lo necesitemos.

Causas más comunes de la ansiedad

No siempre podemos determinar con claridad de dónde proviene nuestra ansiedad, muchas veces esta tiene más de una causa. Sin embargo, la ansiedad suele surgir en situaciones donde creemos que nuestro bienestar se verá alterado o amenazado.

En muchos casos, la ansiedad tiene que ver con cómo nos sentimos y proyectamos a futuro. En un episodio de ansiedad nuestros pensamientos están cargados de una visión pesimista frente al futuro. Un futuro en el que creemos que de seguro nos irá mal o algo terrible sucederá. Sentimos miedo frente a ese futuro imaginario.

En el momento de ansiedad, las sensaciones de perturbación e intranquilidad las estamos experimentando ahora, pero nuestra mente no está realmente enfocada en el presente. Nos estamos anticipando -y además negativamente- a una situación que no ha ocurrido.

Sin ir muy lejos, puede ser una situación del futuro inmediato, por ejemplo, estás a punto de dar una entrevista y aparecen temores como: “No soy lo suficientemente bueno” o “Seguro no me darán el empleo”.

O una situación con mayor proyección a futuro donde surgen miedos como ¿Terminaré solo para siempre?, o ¿Perderé mi estabilidad económica?

En terapia psicológica nos referimos a esto como “gatilladores” porque son situaciones concretas que funcionan como disparadores mentales de la ansiedad.

Frente a esto, la mala noticia que es no podemos asegurar que cada detalle del futuro sea perfectamente tal como lo planeamos y que no experimentemos ni una pisca de dolor en el proceso.

La buena noticia, por otro lado, es que lo que sí está bajo nuestro control y depende únicamente de nosotros mismos es la manera en como vivimos el presente y reaccionamos ante cada situación.

La función evolutiva de la ansiedad

Hace unos días asistí a fisioterapia por un dolor de cuello que me acompaña hace semanas. Al ver mi fastidio por el dolor, la terapeuta me aconsejó: Agradece al dolor.

Me contó que hace un tiempo había atendido a una paciente que no sentía dolor.  Es una condición médica poco frecuente que se llama CIP (Insensibilidad congénita al dolor).  También me contó que esta misma señora casi había muerto de una infección generalizada. Al no percatarse del dolor su infección había avanzado sin piedad. La respuesta a por qué tengo ansiedad es la misma a por qué tengo dolor. Es tu cuerpo indicando que algo debe cambiar. Es una invitación a empezar a generar cambios.

Al igual que el dolor, la ansiedad nos puede alertar de que algo en nuestra vida no va conforme a lo que preferimos.

Muchas veces vivimos nuestras vidas corriendo y sin saber a dónde queremos llegar.  Quizás sentir ansiedad es una invitación a hacer una pausa para evaluar hacia dónde vamos, por qué corremos y sobre todo para no arrepentirnos cuando lleguemos al destino.

¿Cuándo la ansiedad se convierte en un problema?

En dosis moderadas, la ansiedad nos ayuda mantenernos concentrados y afrontar situaciones desafiantes.

Pero la ansiedad tiene también un lado oscuro. Puede ocurrir que la ansiedad se desborde, haciendo que nos sintamos paralizados e indefensos. Nuestra claridad se nubla con pensamientos involuntarios desagradables. Todo en nosotros empieza a “fallar”; nuestro cuerpo también se siente agitado y sentimos que no funciona correctamente.

La ansiedad se convierte en un problema cuando:

    • Ocurre con frecuencia
    • Es una sensación que nos acompaña por un tiempo prolongando, desgastando nuestro enfoque y energía
    • Se convierte en un obstáculo que nos impide hacer o lograr cosas

Si tienes crisis de ansiedad con frecuencia, antes de juzgarte, es importante que sepas que todos estamos potencialmente predispuestos a pasar por crisis de ansiedad en algún momento de nuestra vida. En lo que nos diferenciamos es en las estrategias de afrontamiento que tenemos frente a un suceso que percibimos como amenaza.  Sin embargo, todos tenemos posibilidades para hacer frente a las situaciones que gatillan la ansiedad.

Tipos de Ansiedad

Si estás por empezar un nuevo trabajo o tienes que dar una importante exposición en público, sentir ansiedad no es algo placentero, pero puede darte ánimo o incluso motivarte aún más a dar lo mejor de ti. Este tipo de ansiedad en dosis moderadas es algo común, que, así como aparece puede desaparecer a los pocos minutos.

Pero también está ese otro tipo de ansiedad, que afecta nuestro día a día de forma recurrente. Si te sientes intranquilo la mayor del día, si los nervios hacen que te cueste enfocarte en tus tareas y si de pronto te sientes agitado sin razón aparente, tienes problemas de ansiedad. Si ese es tu caso, es importante que aprendas cómo superar la ansiedad y logres mantener aquel bienestar que necesitas en tu día a día. Antes de aprender cómo combatir la ansiedad es necesario observar cómo se manifiesta en nosotros mismos. La ansiedad es una reacción compleja y viene acompañada de otros síntomas emocionales y físicos que muchas veces se confunden y se asocian con otros problemas de salud.

Recursos psicológicos para controlar la ansiedad

Estudios a nivel mundial han mostrado que la ansiedad es uno de los problemas de salud mental más comunes, afectando tanto a niños, adolescentes y adultos de toda condición. Y, a diferencia de lo que se cree, la crisis de ansiedad no son algo inusual o un signo que indica que nos estamos volviendo locos. Lamentablemente, son mucho más comunes de lo que se creen, pero no todas las personas son conscientes de ellas o tienen el conocimiento para saber cómo afrontarlas. A continuación, compartiremos herramientas que te ayudarán a reaccionar mejor frente tus gatilladores de ansiedad.

Las herramientas que compartiremos apuntan a calmar la ansiedad. Pero, además, te ayudarán a desarrollar un estado mental en el que podrás gestionar mejor tus miedos acerca de la incertidumbre del futuro.

Ejercicios para aprender cómo calmar la ansiedad

1.- Aprender a respirar de manera consciente

En terapia suelo enseñarles a mis pacientes distintas formas de respirar para controlar la ansiedad. Diversos estudios demuestran que la respiración abdominal (llevar el aire hacia el abdomen) puede reducir drásticamente los síntomas físicos de la ansiedad. Cada persona tiene una capacidad distinta para inhalar y exhalar y esto se puede ir evaluando para que conozcas lo que a ti te trae calma.

Cuando experimentamos un ataque de pánico (vincular con la categoría) sentimos que nos falta el aire, esto nos lleva a inhalar más profundo (hiperventilarnos) y puede hacernos sentir mareados y en menos control. En estos casos la exhalación larga es lo que te ayudará a bajar el ritmo cardiaco y volver a la calma.

Por otro lado, cuando tenemos demasiados pensamientos, un ritmo de respiración constante, inhalando, reteniendo y exhalando es lo que nos traerá más alivio pues nuestra mente estará enfocada.

Respirar de manera consciente activará tu sistema parasimpático, disminuyendo tu ritmo cardiaco haciéndote sentir calma, incluso se ha demostrado que este tipo de respiración puede reducir el dolor físico y mejorar nuestro sueño.

Técnica de respiración para manejar la ansiedad: Respiración cuadrada

Un primer paso es aprender a ser conscientes de nuestro cuerpo y sus sensaciones. Ello significa observar cómo nuestro cuerpo reacciona cuando sentimos ansiedad y para ello es un útil que te preguntes:

    • ¿Dónde siento la ansiedad?
    • ¿En una escala del 1 al 10, cuánto siento la ansiedad?

Ahora, túmbate en la cama con los ojos cerrados y pon una mano sobre tu abdomen y otra sobre tu pecho. Prepárate para respirar lenta y profundamente por la nariz en 4 tiempos.

    1. Inhala durante 4 segundos
    2. Reten la respiración por 4 segundos
    3. Exhala durante otros 4 segundos
    4. Y vuelve a retener el aire 4 segundos.

Repite este ejercicio 5 veces. Cuanto termines, vuelve a preguntarte ¿En una escala del 1 al 10, en cuánto sientes tu ansiedad ahora? Repite este ejercicio hasta que tu ansiedad esté en menos de 2.

2.- Racionalizar la situación

No creas en todo lo que piensas. Un episodio de ansiedad surge cuando nuestro sistema nervioso se anticipa a que algo malo o catastrófico está por ocurrir. En realidad, nuestros pensamientos son las semillas que hacen detonar la ansiedad. Por es fundamental tratar la ansiedad desde lo cognitivo. Cuando nos enfocamos solo en nuestros miedos, la ansiedad le quita protagonismo a nuestra mejor versión y a nuestro potencial. Pero, mientas más activamente invirtamos en pensamientos positivos, la ansiedad tendrá menos poder sobre nosotros.

Así también, mientras estemos más enfocados en visionar un mejor futuro para nosotros mismos, aprenderemos a poner más foco en las oportunidades que a los problemas.

Creemos que se ve amenazado nuestro bienestar, pero ¿realmente es así? ¿tenemos constancia de eso? En ocasiones, nuestros miedos influyen en nuestra perspectiva y nos hacen magnificar las cosas. Es importante tratar de “quitarle peso” a la situación tratando de ver las cosas con un enfoque más racional.

Aquí es útil hacernos preguntas cómo ¿Qué es lo peor que podría pasar? ¿Podría hacer algo para evitarlo? ¿Realmente que tan probable es que eso ocurra?, ¿De qué o de quién depende que mi futuro sea más o menos feliz?

Este paso es importante porque nos ayuda a restarle el peso emocional y con una mente más tranquila puedes desarrollar estrategias para aprender a gestionar el origen de tu ansiedad.

Técnica para racionalizar y reducir la ansiedad:

Escribe sobre esa situación que tanto te aterra.

    1. Ahora, cierra los ojos. Visualiza esa situación en tu mente lo más claramente posible.
    2. Después, con esa misma claridad, visualízate a ti tomando control de la situación.
    3. Imagina con claridad los pasos que tomarías para sobrellevar esa dificultad y trata de ser lo más específico posible.

Si por ejemplo quedaste sin trabajo y tu miedo es no volver a encontrar empleo, imagina qué es lo que harías para afrontar la situación: pedir recomendaciones laborales, buscar nuevas oportunidades de trabajo, contactar a conocidos que trabajen en tu misma área, organizarte un horario de búsqueda de empleo, etc.

A través de estos ejercicios conectarás con tus propias capacidades; las conocerás y aprenderás a hacer uso de ellas para tomar el control de tu vida, incluso en los momentos más difíciles.

Recuerda: Siempre puedes elegir como sentirte y reaccionar en el momento. La ansiedad no es la única salida.

Al terminar el ejercicio, escribe sobre tu experiencia. Procura repetir esa técnica con regularidad hasta que sientas que tus miedos han perdido peso y dejado de ser un obstáculo.

3.- La escritura terapéutica

La escritura de un diario emocional es un método que te ayudará a descargar y dar rienda suelta a lo que sientes y piensas durante esos momentos de ansiedad. A diferencia de los típicos diarios, no tienes que escribir cada detalle de tu vida, sino aquello que más te importe en ese momento. Pueden ser pensamientos, miedos, proyecciones, etc.

Esto te ayudará a frenar la velocidad de tus pensamientos y permitir que vayan a la velocidad de tu escritura. De esa forma, puedes procesar mejor lo que sientes. Así mismo al darle un espacio al miedo este puede bajar su intensidad durante el día.

Al identificar esos pensamientos negativos que te generan picos de ansiedad fuertes, podrás conectarte de forma honesta con temores no resueltos del pasado.

4.- Cambiar el foco de atención

Una técnica muy usada en terapia es la de enfocar la mente en lo que esta alrededor nuestro. Puedes empezar identificando los objetos a tu alrededor, buscarlos por colores o asociarlos. El psicólogo suele guiar este tipo de ejercicios para controlar la ansiedad con la finalidad de que tu mente se distraiga y puedas enfrentar las situaciones de miedo.

Cuando una crisis de ansiedad nos invade tenemos nuestra mirada fija está en lo que estamos experimentando en ese momento. Aquí es importante reconocer que puedes tomar la decisión de no querer enfocarte en tu sensación de ansiedad y en su lugar realizar una actividad que desvíe tu atención del problema.

Para algunos pacientes es útil hablar con algún amigo, hacer actividad física o incluso mirar una serie divertida. Por lo general, cuando dejamos de prestarle atención a las sensaciones negativas estas suelen desaparecer o pierden fuerza. Lo importante es darte cuenta de que tienes opciones a la mano para poder sentirte mejor y motivarte a ver más allá del problema.

5.- Dejar ir aquello que no podemos controlar

Aprende a reconocer que no puedes controlar todo. Es importante también identificar si lo que genera nuestra crisis de ansiedad es algo que podemos cambiar o no. Si es una situación que no depende de ti, y no se encuentra bajo tu control, lo recomendable es aprender a aceptar la situación y dejarla ir. Esto es de hecho lo que se denomina madurez emocional.

Queremos controlar las situaciones de nuestro trabajo, lo que piensan los demás de nosotros, o incluso controlar nuestro futuro. Lamentablemente la vida es más impredecible de lo que nos gustaría. No podemos tener bajo control todo ni asegurar que todo ocurra tal cual lo planeamos.

Sin embargo, hay algo que si depende de ti y es tu capacidad de aprender a ser flexible. Las situaciones de la vida son impermanentes. Aferrarnos fuertemente a algo, es generar una resistencia que nos afectará emocional y mentalmente. De esa forma, lo único que lograremos es vivir cada pequeño cambio como un gran obstáculo.

6.- Cuestionar a la voz de negatividad que está en tu cabeza

Cuando tenemos ansiedad es porque los pensamientos negativos de nuestra cabeza están jugando en nuestra contra. Este tipo de pensamientos muchas veces nos hacen distorsionar la gravedad de aquella situación que vemos como difícil o desafiante. Si el estrés en el trabajo te produce una gran ansiedad, detente por unos minutos a observar la situación y pregúntate:

¿Cuál es el pensamiento más importante que tienes en ese momento de ansiedad?

¿Tienes miedo a no cumplir con las expectativas de otros? ¿Crees que te van a despedir? ¿Crees que no podrás rendir lo suficientemente bien con esa cantidad de trabajo?

Una buena manera de superar la ansiedad es cuestionar esos miedos para ver qué tan ciertos son en realidad. De esa forma, puedes ir recuperando el control de la situación.

7.- Evaluar el origen de la ansiedad

Aprende a ponerle nombre a lo que sientes ¿Es miedo? ¿Es angustia?, ¿En qué parte de mi cuerpo se encuentra?

Luego, identifica qué es lo que estás pensando de ti mismo o del resto mientras experimentando esas sensaciones. ¿Te sientes indefenso? ¿Desamparado? ¿Poco valorado?

En situaciones estresantes es normal experimentar ansiedad. Pero cuando esta se vuelve recurrente y nos sentimos constantemente intranquilos o infelices, la ansiedad es un indicador de algo que no está bien en la manera en como estamos enfrentando la vida. Gracias a ella reconocemos que es momento de escucharnos y descubrir qué es lo que nos está alejando de nuestro potencial y de cómo nos gustaría ser en la vida y en nuestras relaciones.

¿Cómo prevenir la ansiedad?

El no saber cómo reaccionar frente a una crisis de ansiedad puede afectar enormemente nuestra sensación de bienestar. Incluso resignados podemos llegar a estigmatizarnos como una persona ansiosa que no tiene remedio.

Sin embargo, la ansiedad no tiene por qué dominar tu vida. Aunque suene difícil, con determinación puedes elegir cómo sentirte frente a una situación de ansiedad e incluso puedes diseñar alternativas para evitarla.

1.- Aprender técnicas de relajación

Los métodos de relajación han traído mucho beneficio a mis pacientes. Consisten en enfocar tu mente y cuerpo en el momento presente. Esto nos ayuda a aquietar nuestro estado mental y en consecuencia la corriente de pensamientos y las sensaciones corporales se relajan.

Actualmente la meditación y el mindfulness son herramientas útiles que pueden ayudarte a recuperar tu bienestar. Si te interesa saber más sobre técnicas de relajación, haz clic aquí.

2.- Involúcrate en actividades placenteras

Está comprobado que las personas productivas no son las que trabajan más horas sino las que pueden disfrutar de otros aspectos de la vida. No tener momentos de recarga emocional (silencio, contacto con naturaleza, un pasatiempo o un momento para disfrutar) puede llevarnos a sufrir de estrés y ansiedad.

3.- Mantenerte físicamente activo

Con una simple caminata las tensiones acumuladas en el cuerpo se van disolviendo, mientras nuestra mente se despeja de los deberes y preocupaciones. Es importante que encuentres una actividad que disfrutes y no sea una tarea más. Diversos estudios demuestran que ejercitarse baja significativamente los niveles de ansiedad.

4.- Mantenerte conectado y compartir con otros

Interactuar con otros también puede ser de ayuda para cambiar tu foco de atención, pero además nos ayuda a generar hormonas de felicidad. Compartir lo que sientes y sentir que eres escuchado, te hace sentir validado, ayuda a tu autoestima y también reduce el estrés y la ansiedad. Hablar con los demás es también útil para aprender a reconocer lo que te molesta y aprender a descubrir el trasfondo de tu ansiedad.

5.- Abraza la imperfección

Madurar muchas veces implica entender que las cosas no siempre saldrán como uno espera. Dejar ir es el único modo de vivir feliz.

6.- Aprender a poner límites

Cuando estás pasando por una temporada de ansiedad en la que te sientes sobrepasado y agotado, es normal que no tengas energía para el resto. Muchas veces escuchar los problemas personales de los demás pueden hacer que tu ansiedad sea sienta aún peor.

Esto no significa que nunca debas estar ahí para los demás, pero es necesario que aprendas a conocer tus límites y decir “no” cada vez que sientas que necesitas tiempo para recuperarte.

7.- Espacio para la calma emocional

Las personas que sufren de ansiedad generalmente tienen una mente sobre estimulada. El carril de pensamientos catastróficos va a toda velocidad y se activa constantemente.

Cuando esto ocurre es necesario conscientemente buscar un espacio para que la calma pueda emerger en nuestra mente.

Actualmente, las redes sociales en exceso contribuyen a la generación de ansiedad, ya que no dan espacio para la calma ni mucho menos para la introspección.

Al tener ansiedad, esto puede ser perjudicial porque el exceso de información externa nos quita espacio para escuchar nuestra información interior: nuestras necesidades, intenciones, motivaciones, etc.

Tomate un día para desconectarte de las redes sociales, noticias e incluso si es posible de las conversaciones con otros. Tener una “dieta de baja información externa”, te ayudará estar presente y escuchar que emociones y pensamientos son las que están detrás de tu ansiedad.

Una práctica que ayuda mucho a observar nuestras necesidades es escribir. Poner en papel tus pensamientos, es útil para observarnos y calmar nuestras emociones.

¿Cuándo ir a un psicólogo para manejar la ansiedad?

A veces cuando los problemas están teniendo un peso muy importante en nuestra vida, es recomendable pedir ayuda. Si sientes que la ansiedad está siendo un problema en tu vida una terapia psicológica puede beneficiarte.

Cada persona tiene su termómetro interno. Pero si nuestra calidad de vida se está viendo afectada por estos síntomas, es conveniente hacer una pausa y analizar lo que nos sucede.

Es importante buscar un terapeuta especialista en manejo de emociones, que nos ayude a entender cómo hemos llegado a este punto. Un profesional que no solo nos diagnostique, sino que nos ayude a entendernos y a crecer a partir de esta situación.

Muchas veces tener ansiedad es una invitación de nuestro cuerpo a hacer una pausa y elegir otras maneras de relacionarnos con la vida y los problemas. Muchas personas han encontrado la paz que necesitaban, a partir de crisis emocionales.

A través de mis años como terapeuta he identificado que la ansiedad no es un enemigo. Por el contrario, puede ser nuestro principal aliado para comenzar un camino de conocimiento personal y de crecimiento.

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